domingo, 17 de febrero de 2013

Demasiadas necesidades, bastantes dudas y sólidas convicciones.


Estamos en unos momentos es que se constata fácilmente las muchas  necesidades que existen en nuestros barrios. Cada vez son más las personas y familias que no tienen más remedio que acudir a servicios sociales para subsistir por falta de recursos económicos. Es evidente que se nos plantean dudas a la hora de intervenir en un tema tan complejo como este. Pero me reafirmo en un aspecto fundamental,  “no es una cuestión de caridad sino de derechos ciudadanos”.

También es cierto que hay un incremento de personas que queremos intervenir desde la sociedad civil en este tema, pero como decía anteriormente, con muchas dudas de cómo hacerlo. Para ello necesitamos poder hacer una mínima  radiografía de las posibilidades, consultar con personas que cuentan con una mayor experiencia en estos temas y no precipitarnos.  Por ello creo muy necesarias las jornadas que se están organizando desde “9 Barris  Cabrejada”  en la comisión de pobreza.

Ante el bloqueo y saturación de los servicios sociales hay que dinamizar y rescatar a las personas. Debemos ser una marea ciudadana reclamando a la administración cambios de políticas y soluciones a estos problemas, ya que la crisis tiene responsables concretos.

Quizás es necesario en primer lugar priorizar a las personas más desprotegidas como son los niños y la gente mayor. Hay datos objetivos como el descenso de niños que utilizan  las becas comedor. De ahí  la importancia de conectar con  educadores,  “ampas” y  “casals d’avis”.

Podemos dinamizar iniciativas sociales, a través de la economía social, como comedores populares y potenciar el modelo cooperativo (trabajo, asistencia, consumo, etc.) que posibiliten la participación de la población, ya sea realizando algún tipo de actividad, o con alguna aportación económica.

¿Nos arremangamos?

La luminosidad entrañable de Leandre.


Hace ya unos días pudimos disfrutar de Leandre en el Ateneu9b.  Con  un personaje que desde la intimidad de su casa se hace acompañar  por una joven que se encuentra dentro de un armario y nos muestra su  tremenda cotidianidad, pero envuelta de magia y ternura. 

Visita continuamente el armario donde dentro se encuentra el personaje que le suministra entre otras cosas, un  montón de calcetines amarillos que son su obsesión y  manía  principal. Juega y se mueve por el escenario y la platea, entra y sale de la casa, y lava constantemente los calcetines.

En un momento estelar y utilizando la  ocurrencia, el ingenio  y la  improvisación, hace partícipe a un  público espontáneo y entregado a su voluntad.

Para finalizar,  bajo un paraguas abandona el escenario,  quizás buscando otro público al que contarle otra historia.